OYENDO CANTAR A UN RUISEÑOR
JUNTO A UNA ROSA
Aquélla, la más dulce de las aves,
y ésta, la más hermosa de las flores,
esparcían suavísimos amores
en sus cánticos y nácares suaves.
Cuando, suspensa entre cuidados graves,
un alma, que atendía su primores,
arrebatada a objetos superiores,
les entregó del corazón las llaves.
Si aquí, dijo, en el yermo de esta vida
tanto una rosa, un ruiseñor eleva,
tan grande es su belleza y su dulzura,
¿cuán será la floresta prometida?
¡Oh dulce melodía siempre nueva,
oh siempre floridísima hermosura!
Jerónimo de San José (s. XVII)
HOLA Terly...yo vengo todos los domingos y veo que mis comentarios no entran todos
ResponderEliminarun abrazo
Marina
Blogger va como va pero yo siempre noto tu presencia, Marina.
ResponderEliminarUn beso.